La crisis de Venezuela y la posibilidad del debate político entre juristas.
Por Victor R. Corvalán
Sigue siendo muy común, sobre todo en reuniones familiares, que alguien con la autoridad que le otorgan los hechos imponga la censura de temas políticos, para evitar discusiones que a veces suben de tono y provocan malos momentos. También actualmente ello ocurre en los grupos de watts app, que conforman redes privadas donde se vinculan simplemente amigos, socios, vecinos, profesionales, etc... En esos grupos tan diversos, que no se formaron para debates ideológicos o políticos, sino para tratar aquello que los une y justifica la comunicación, es muy probable que en algún momento alguien introduzca un tema relacionado con la actualidad política. Ello ocurrió recientemente en un encuentro virtual que mantenemos numerosos abogados, algunos juristas, algunos docentes, a quienes nos interesa sobre todo filosofar sobre temas relacionados con el derecho. El grupo está compuesto por abogados españoles y latinoamericanos y no faltó un venezolano que se refiriera, días antes de las pasadas elecciones, a la grave situación que se vivía en su país, quejándose de la dictadura de Maduro y reclamando la vuelta a la democracia. Como el grupo se conformó originariamente para hablar exclusivamente de derecho, se corría el riesgo de que se lo censurara, pero felizmente ello no ocurrió. Bastó que mostrara mi preocupación por el deslinde entre política y derecho, para que nos engancháramos con el colega venezolano en algunas reflexiones que son las que motivaron este trabajo. Se trata apenas de una opinión, por lo que resulta imposible no ser autoreferencial. Le decía, que era una tarea compleja y al mismo tiempo apasionante. Por lo menos en mi caso así resultaba. Reconozco haberme desplazado por esos paisajes ideológicos, que a veces suelen ser los fundamentos de algunas normas. También y tomando distancia del pensamiento y obra de Kelsen, analizando la realidad del ejercicio del poder, donde a veces no hay normas, me he encontrado con jurisprudencia que las suplen. Es allí donde el paisaje nos muestra una laguna. Y qué decir de las ponderaciones buscando una solución justa, cuando entran los valores en juego. En estos tres aspectos, la norma, la realidad y los valores, alguna vez Werner Golsdschmidt fundó su teoría tridimensional del derecho. Según el trialismo el derecho se encuentra no sólo en las normas (dimensión normológica), también en las prácticas que se muestran en la realidad (dimensión sociológica) y en la realización de los valores (dimensión dikelógica). Me sigue pareciendo por lo menos un buen método para analizar un caso, nos muestran lo complejo que es distinguir lo jurídico de lo político, en tanto ejercicio del poder o lucha por mantenerse en él o para llegar a poseerlo. Como ya dije me encantan los debates políticos, los ideológicos, los que permiten distinguir diferentes epistemes, para entender como se lo concibe al hombre, a la persona, en su existencia o mejor en su coexistencia. Me preocupan las actitudes que limitan los debates. Cómo puede limitarse un debate, -siendo obviamente respetuoso-, de ideologías, de conceptos, de historias, de filosofía, y que abordan problemas en las interpretaciones de las normas. Acaso no habría que retrotraerse a los problemas de los legisladores en la interpretación de la realidad y de los valores imperantes en una sociedad en un momento dado, para advertir que allí ya aparecen dificultades al construirse la norma, al redactarse la futura ley. Por qué no debatir lo que hoy pasa en Venezuela, en un foro donde lo que nos convoca es el derecho, cuando como en general lo indican todos los medios de comunicación, existe una crisis en el ejercicio del poder, en tanto parece apartarse de las propias normas que debería reconocer como límites. Es evidente que pueden haber normas muy pero muy inconstitucionales, pero siguen siendo normas y por ello los tribunales alguna vez las declaran, las impugnan o las convalidan pese a nuestra opinión. Es también evidente que un acto eleccionario, es un hecho jurídico, en tanto las normas constitucionales regulan el ejercicio del derecho voluntario a expresar su opinión para decidir quien sigue en el poder en Venezuela. Desconocer la voluntad de ese pueblo que votó, inventar un resultado para proclamar ganador a Maduro, no es un hecho jurídico, sino yo diría "antijurídico", para utilizar un aspecto de la teoría del delito. Pera para llegar a estas conclusiones lamentables, solo tenemos versiones de una oposición que al igual que el oficialismo parecen partir de absolutos. Para unos se ganó por pocos puntos, para otros se ganó por amplia mayoría, pero el resultado oficial que se exhibe por ahora solo le brinda sustento al oficialismo. Es muy difícil la situación porque aquí se trata del ejercicio de un poder que por soberano no reconoce otro por encima de él. Lo que muestra la debilidad del derecho internacional y de las organizaciones supra nacionales. Es en estos casos, donde las respuestas ya no son jurídicas, sino violentas y de acción directa, de una y otra parte. Y mi temor es que en esa confrontación se pierdan vidas. Me encantaría que pudiéramos dialogar los juristas, abordando los problemas de la política, sin ningún prejuicio, siempre con respeto y partiendo de que cada uno puede creer que tiene razón, pero debe admitir la posibilidad de estar equivocado. Les propongo asumir el riesgo que sea, para no limitarnos en los debates, más allá de exigir respeto, buena voluntad, tratar de enriquecer la importante relación que existe entre el derecho y la política, en tanto ejercicio del poder. Ah y me olvidaba, creo que el compromiso con la democracia no es del derecho constitucional, sino de todos los hombres y mujeres que queremos vivir bajo el Estado de Derecho y por ello contribuimos a su creación y desarrollo. Precisamente la discusión entre los ius positivistas y los ius naturalistas o ius moralistas, nos puede traer algo de luz para ver si sigue siendo derecho, aquél producido en condiciones dictatoriales, o por más discurso que sea sobre el poder, deba tener una mínima aspiración de justicia, como lo reclamamos quienes nos sentimos cómodos en la filosofía crítica. Ojalá Venezuela supere esta tremenda crisis que le toca vivir y vuelva la racionalidad a iluminar a sus dirigentes. Ojalá Simón Bolivar y José de San Martín, con sus vidas que los presentan como ejemplos de patriotas, puedan colaborar iluminando un camino de unión, de paz y de búsqueda del bien común para la patria grande que alguna vez soñaron.
Carmen
del Sauce 29 de julio de 2024
Comentarios
Publicar un comentario